viernes, 15 de julio de 2011

Y Hace Mucho Que los Quiero Ver

Esto es del 2008, lo actualizo al final.


Todo deriva de una linda canción que me pone de buenas... De Calamaro mi amor, por supuesto. Los chicos. "... y dale un abrazo muy largo a mis amigos que se fueron primero (8)..."

Habla de irse antes de tiempo, de morir antes que los otros. Y de eso, tengo mucho que contar...

Amigos, creo q solamente ha sido una. Murió hace unos 3 meses y qué buen sacón de onda me he llevado. Dejé de verla hace mucho tiempo y el contacto había desaparecido, así que me cayó totalmente de sorpresa. Las circunstancias fueron como la vida es, burlona e ilógica. No entraré en detalles, pero es algo que sigo sin entender. Lo único que entendí fue que me dolió. Y creo que más de lo que imaginé.

Familiares, vaya, de esos son muchos muchos más. Primos, tíos, abuelos. De todo ha habido. Los primeros en accidentes, de sorpresa, dramas fuertes. El primero hace 11 años aprox. El segundo hace poco más de 5. Justo la noche en que me gradué. Del primero no recuerdo mucho, me llevaba algunos años y son recuerdos vagos. Sólo sé que todo el mundo lo quería. Que a donde llegara, todas las personas le hacían fiesta. Un día quiero ser como él. Del segundo sí que lo recuerdo. Me presumía sus tatuajes, sus exóticas mascotas (de tarántulas y boas no bajaba), se burlaba de mis cachetes y a mi me impresionaba la manera de guardarse dentro tanta nobleza bajo la máscara de un tipo rudo y agresivo. De eso no tenía nada. Los dos murieron en un auto, alcohol estúpido entrometido. Los dos dejaron papás y hermanos con mucha agua en los ojos. Los dos todavía tienen el huequito en la foto familiar de cada navidad. Par de bueyes que quisieron adelantarse a todos los que aquí nos quedamos. Definitivamente hoy les extraño, cabrones.

De tíos y tías también tengo qué decir. Lichoplín era la tía preferida del mundo. De baja, pero muy baja estatura. Pero qué grandísima de alma. Todos los sobrinos le confiábamos cosas. Siempre encontraba la ocasión perfecta para ventilarlas frente a los papás jajaja hasta para eso tenía tino la chaparra. Recuerdo perfecto cuando recién llegué a vivir a gdl. Me invitó a un partido de futbol en el jalisco. Ibamos con sus amigos de la oficina, asi que imaginarán la borrachera que todos agarraron. Yo no captaba del todo lo que pasaba, sólo sé que me divertí de lo lindo a mis 9 añitos. Entre porras, mentadas de madre al jefe de la empresa, abrazos y gritos de Goool!! se me fue el rato. Me gustaba que me presumiera con sus amigos. Que me tomara fuerte de la mano para que no me perdiera. Me gusta saber que ella me enseño a andar en camiones por la ZM. Me ha hecho mucha falta desde entonces. Me hubiera gustado ser más grande para acompañarla de mejor manera después del diagnóstico de tumor en el cerebro, que me hubiera escuchado cuando decidí vivir mi vida justo como yo quería. No la he dejado que se pierda en el olvido. No dejo de recordarla cuando veo futbol, cuando me topo con un 21 en el boleto de camión, cuando en grupo de sobrinos recordamos sus frases célebres y al unísono deseamos que Dios la tenga... a fuego lento jajaj

Mi tío fue otra historia. Siempre cariñoso, siempre de fiesta. Le recuerdo poco, pero qué gusto siempre daba verlo. Me dejó lo mejor que pudo haberme dejado. Una prima que, seguro en otra vida, fue mi hermana. Un apodo que no lo hago público porque sólo él me lo puede decir. Vaya manera de haberte ido, tío pepe. No la chingues y échanos unas bendiciones.

Mi abuela la dejo al final. No por menos importante, al contra... Fue la más cercana que tuve. Recuerdos de chica, de grande. De hace poco, de hoy mismo. Tan presente como siempre. Tanto en navidad, como en las vacaciones del pueblo, como aquel día en que le entré a los madrazos de ser adulta. Se te extraña, Cajoveva. Harto.

... y me sirve de consuelo si me esperas allá (8)


En febrero de 2010 los alcanzó mi abuelo. Ese hombre alto y gordito, que siempre llevaba el cabello corto, bien rasurado y llegando a casa de la abuela con bolsas de comida. Creo que nunca lo vi maltratar a alguien o buscando pleito. Tampoco tomaba ni fumaba. Me hacía sentir importante y confiable cuando me soltaba el mandil del dinero para cobrarle a las clientas. Sin saberlo, me despertó la sangre de comerciante que ya me había heredado. Yo digo que murió de soledad y de extrañar lo que fue. No fue el marido más cariñoso, pero sé que se querían. Que veían de lejos el montón de nietos y por dentro sabían que todo lo habían hecho bien. Nos dejó el día 12 y no sabía la falta que nos haría tenerlo aquí o en el pueblo. Sólo sé que de lejos ahora nos ve y se alegra por los que todavía se buscan y se reúnen. Seguramente también fruncirá el ceño en silencio por ver a los que ya no se hablan y no se hablarán. Gracias por tus ventas, por la ropa de segunda en la cochera, por descubrir Manzanillo, por casarte de madrugada y a escondidas, por heredarnos el gusto de los antojitos. Espéranos con Mamá Geno de la mano y una bolsa de naranjas sin semilla en la otra. Haces falta, Papá Chuy.







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